Concha recordaba, año tras año, agradecida este día del 14 de enero, porque le llevaba a aquél otro de 1894 en que dio su corazón por completo a Jesús; ese día en que expresó plásticamente en su cuerpo lo que su alma gritaba a borbotones y que le salía por todos sus poros: ella era de Jesús y sólo de Él.
Así son los amantes: expresan exteriormente lo que les quema por dentro y buscan signos que traten de expresar el amor que se tienen, su pertenencia mutua.
Concha era una mujer de signos; con ellos expresaba lo que en su corazón ardía, por eso eran tan importantes en su espiritualidad. Como sabemos, quería expresarle a Jesús con un signo exterior, cuánto le quería y hasta qué punto le pertenecía. Siguiendo su lógica de signos escogió cuidadosamente el día. La Iglesia, por aquel entonces, celebraba el 14 de enero el dulce nombre de Jesús: «era el día perfecto», pensaría.
Hace diez años del monograma que grabé en mi pecho, y que de tantas consecuencias ha sido para las Obras […] ¡Jesús Salvador de los hombres, sálvalos, sálvalos!, le he repetido mil veces. Ese fue el grito de mi alma hace diez años, grito, me dijo el Señor, que había conmovido su Corazón, trayendo al mundo un apostolado, y una religión…[1]
Es como si Concha viviera en aquel día el deseo manifestado por Jesús cuando dijo aquello de «no he venido a por los justos, sino a por los pecadores»[2] que oiremos el próximo sábado. A Concha, lo que le interesaba es que todo el mundo amara a Jesús. Y Jesús, a través de ella, ese día hace nacer una nueva espiritualidad: la de la cruz, en donde por gracia, estamos todos nosotros. En esta nuestra espiritualidad, el núcleo de la misma se sitúa en lo que Concha, plásticamente, expresó aquel día. Toda para Jesús por la salvación del hombre.
¡Hermoso aniversario de recuerdos inolvidables! Hoy hace 12 años, era un 14 de Enero de 1894… ¿Te acuerdas, mi Jesús? ¡Cómo ardía mi alma en ansias vivas por pertenecerte! ¡Cuánto anhelaba el que en mi pecho quedara grabado para siempre tu Nombre amadísimo para que siendo una constante oración, te gritara de noche y de día Jesús Salvador de los hombres, Sálvalos![3]
Creo que aquí expresa Concha lo más íntimo de su espiritualidad, de su relación con Jesús. Pienso, además, que ese debe ser el motor de toda vida espiritual: ¡Cómo ardía mi alma en ansias vivas por pertenecerte! La pertenencia mutua de los amantes, sin dejar de ser ellos mismos, es el deseo vivo, el ansia viva, como dice Concha, que les lleva a la unidad (que es lo que persigue el amor a toda costa, la unidad). Y aquí nosotros debemos sacar nuestras propias conclusiones para nuestra vida espiritual, pues la pertenencia mutua se expresa con signos vivos y claros, diríamos, evidentes, que expresan externamente el grado de pertenencia. Examinemos nuestra vida y expresemos hoy con un signo entre Jesús y cada uno de nosotros nuestros deseos de pertenencia.
Hoy recordamos y celebramos con agradecimiento aquel día. Pero este agradecimiento quedaría en algo solo externo, estéril, por tanto, si no pasara al interior y desde el interior se exprese con un signo de pertenencia. Que el objetivo de ese acto exterior que brote del interior sean mis hermanas, mis hermanos de comunidad, mi familia, las personas con las que me voy a relacionar hoy. Que hoy seamos capaces de darnos a Jesús, desde esta espiritualidad, y en silencio profundo, cuando nos veamos con alguien que no nos caiga tan bien, con mis amigos, familiares…Renovemos nuestra pertenencia constantemente, viviendo intensamente hoy, especialmente, la Cadena de Amor.
Jesús, Salvador de los hombres, Sálvalos!!
P. Eduardo Suanzes, msps