Les comparto aquí unos textos explosivos en el orden de la santidad, del P. Félix. Observarán que en ellos hay ciertas partes enmarcadas en un recuadro: son comentarios personales o algún texto del evangelio, esa Palabra de la Escritura que tanto iluminó y dio sentido y ocupación al ministerio de formador y misionero del P. Félix.
Como suele decirse de Jesús «conocerlo es amarlo, amarlo es seguirlo». En realidad, no seguimos al P. Félix; queremos seguir sólo a Jesús, pero como lo hizo el P. Félix. Espero que al conocerlo lo podamos reconocer como alguien propuesto como modelo para toda la Iglesia Santa de Dios. El P. Félix nos está diciendo, como todos los santos y santas, «es posible vivir el Evangelio».
En Casa Conchita vivimos la gracia de ser sus hijos en la vocación hasta el final y por eso lo compartimos.
P. Sergio García Guerrero, msps
1
Primero las damas y luego los caballeros
2
Nuestra hermosa vocación
3
Unión con Jesús para ir al Padre, movidos por el Espíritu Santo
4
Jesús, Jesús, Jesús
5
Nuestra transformación en Jesús
6
Amemos a María
7
Ver por los ojos de Jesús
8
Trabajo y amor
Algunas líneas de su vida y de su espiritualidad
9
Un apasionado amor
10
Hay que elegir
11
La unión con Jesús
12
Para ir al Padre
13
Por el Espíritu Santo
14
En unión con María
El P. Félix y el sacerdocio
15
Mi vocación al sacerdocio
16
Nada de lo que se refiere al sacerdocio nos debe ser indiferente
17
Víctimas por los sacerdotes
18
Oración al divino Padre por los sacerdotes
19
Formación sacerdotal
20
¡Sacerdotes!
21
Consagrados en el oficio del presbiterado
22
Los principios
Historia de una mano
“Mamá, decía un niño de siete años, ¿cuánto vale mi mano?” “Ah, hijo, muchos millones no pueden comprar una mano, porque vale más que todos los millones del mundo”. Y el niño se miraba su mano y decía: “qué gran tesoro tengo”.
La mano, la mano del P. Félix, contemplada en diferentes situaciones y momentos, nos ayudará a la reflexión y la oración.
Pero ¿por qué la mano, al pensar en el P. Félix? Les voy a contar tres historias y verán cómo y por qué fue su mano el signo de su seguimiento y fidelidad a Jesús.