Meditación con la vida de Conchita

Material

Les dejamos aquí este material de apoyo para la realización de la Oración-meditación con la vida de Conchita ya sea en un templo o en grupos. Esta Oración-meditación sigue la vida de Conchita en sus principales momentos. Dada la extensión y profundidad de su vida espiritual, solo nos detenemos en algunos de ellos. Se desarrolla la actividad con un Animador, un encargado del Sonido y una Presentación en Power Point. El material está dividido en cuatro partes:
      • Documento: Guía para el Animador
      • Documento: Guía para el encargado del Sonido y la Presentación
      • La Presentación en Power Point
      • Los archivos de audio (canciones). (A descargar más abajo)
Documento para el Animador Documento para el Sonido La Presentación

 

1       Tu querer es mi querer

Un buen día, a finales del S. XIX, cuando todo comenzaba a cristalizarse, descubriendo Concha en su interior un torbellino que la impulsaba a ser más de Jesús, a querer lo que él quisiese, escribió lo siguiente:

« ¿Qué es lo que tengo, lo que siento, lo que me pasa y no me deja momento de reposo, imponiéndose a la naturaleza, al cuerpo y a sus gustos y comodidades e inclinaciones? ¿Qué es? ¿Cómo se llama y se define? […] ¿Por qué estas aspiraciones tan vehementes que me llevan tras sí el alma buscando un más allá que no puedo, que tal vez no merezca alcanzar? ¿Qué nombre tiene esto que me arrebata el alma, que me hace anhelar una viva perfección, tal vez más allá de mis fuerzas […]? Y el Señor le va contestando:

—»Si quieres alcanzar ese más allá que buscas y no encuentras, si quieres llegar a él, déjate hacer: este es el camino: si esto haces, entrarás en él y subirás por él, aun cuando no lo entiendas[1]»

Por otro lado el P. Félix de Jesús, en Barcelona, todavía ajeno a estas vivencias de Concha, pues aún no la conocía,  expresará años más tarde esta misma donación y entrega cuando escribirá a sus hijos Misioneros del Espíritu Santo:

« ¡Ver por los ojos de Jesús, y que Jesús vea por los nuestros! ¡Hablar como hablaba Jesús, y que Jesús hable por nuestros labios! ¡Amar como amaba Jesús, y que Jesús ame con nuestro corazón…!»[2]

 

2       Tu nombre en mi pecho

En las locuras del amor lo más característico es expresar a la persona amada de mil formas posibles cuánto se le quiere. Y Concha no sabía cómo ser más de Jesús, no sabía cómo expresar, con un gesto exterior, su pertenencia total a él. Un día paseando por la hacienda familiar vio cómo se marcaban los animales con el signo de su dueño y, en su inocencia amorosa, decidió hacer lo mismo con ella misma: ¿acaso no era ella toda de Jesús? ¿Acaso no era Él su único dueño? Para ella lo importante no era el gesto exterior de grabarse el pecho a sangre y fuego con el nombre de Jesús; lo importante y definitivo era su amor por Él y lo que Él quería: la salvación de los hombres…

« Sentí tal gozo que caí con la frente en el suelo y sólo podía decir: «Jesús, Salvador de los hombres, sálvalos». […]. Eran más los ardores del alma que los del cuerpo y como Jesús busca pretextos para hacernos favores, en este acto de amor, que Él me inspiró, nacieron las Obras de la Cruz.

 

3       Siempre quise cruzar el mar

Mientras tanto, otro camino que con el pasar de los años se iba a cruzar con el de Concha para siempre, comenzaba a gestarse en Europa. En 1895, un sacerdote Marista, francés, destinado en Barcelona vivía con el deseo en su corazón de ser misionero; el 14 de julio recibe una carta de su Superior General en la que comienza:

«Muy amado Padre: La Santísima Virgen lo necesita para una nueva fundación en Colombia…».

Félix de Jesús había querido desde siempre ir a las misiones, cruzar el mar, lanzarse a la aventura por el Evangelio; pero su salud no era la más adecuada para semejante empresa. Allí estaba, impartiendo clases de Sagrada Escritura a los seminaristas. Pero ahora, ¡la Santísima Virgen le llamaba para América! Siempre había querido cruzar el mar, siempre…Ahora, Dios, por medio de María (porque para un marista, recibir orden de su superior General es recibirla directamente de la Virgen María), le llamaba a América. Primero Colombia, después sería México, aunque él todavía no lo sospechaba.

 

4       Sed

En la vida espiritual, también en la de Concha, tarde o temprano aparece la experiencia de la noche, y siempre es esta una experiencia desconcertante. La noche es oscura y fría. El alma experimenta la pérdida y la destrucción de todo aquello que con tanto esfuerzo se había conquistado durante años y años de compromiso en la oración, de caridad fraterna, de entusiasmo en su vocación, de intimidad con Dios, de práctica de virtudes, de eliminación de vicios….Lo único que experimenta el corazón es miseria, vacío, debilidad, desgana….y, a la vez, una inmensa sed de acercarse a beber de la fuente de agua viva que es Jesús. Concha lo expresa de esta manera:

«Oh Dios mío, Jesús de mi vida!, ¿en dónde estás?. ¿Por qué esta sed de Ti a la vez que esta indiferencia glacial? Meditar, no puedo; […] Vacío, sueño, como si tuviera muerta la fe ante el Santísimo expuesto; […]; recuerdos pasados, sollozos contenidos, y como que no quiero ver de frente a Jesús, como si fuera un extraño para mí, a la vez que la vida de mi vida, el aliento de mi existencia, el ideal de mis ensueños en todas las épocas de mi larga vida. ¡Siento tan lejos, lejos a Jesús! Como que no me deja acercármele, pero esperaré a la puerta de su corazón…»

«Señor, pero entonces ¿para qué nos dices esto, nos despiertas la sed de Ti, nos enseñas la fuente sin poder apagar en ella esa sed…?»

«Jesús, vengo a buscarte porque yo no puedo vivir sin Ti; vengo a buscar la fuente de agua viva, pero si es tu voluntad que muera de sed, de sed quiero morir»

«¿Qué hacer? Cerraré los ojos a mi gran miseria y entre las densas tinieblas de una noche interminable, arrojarme en los brazos, en el pecho, en el corazón de ese Jesús que es mi delicia y mi martirio, mi pasión y mi Cruz.»

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5 Día y noche.

Dos años más tarde, mientras el P. Félix está en Colombia, aún sin conocer nada de lo que se cocía en México y que Dios le tenía preparado, el Mayo 3 de 1897 se fundan las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús.

¡Gracias, Dios mío! gracias, gracias mil [escribía Concha[3] ése día]. Mi corazón y mis labios no saben hoy decir otra cosa.

[…] La Religión de la Pureza… El pararrayos del cielo… El jardín del Esposo… El Descanso del Amado… el Recreo de Jesús… el Oasis del Señor… El Nido del Espíritu Santo… se ha plantado en la tierra…[4]

[Se ha fundado el Oasis, ¡ellas, día y noche serán el Descanso del Corazón Divino! Día y noche serán más que consuelo, porque día y noche serán un Descanso en el cual reinará la virtud de las virtudes, la «Caridad espiritual perfecta.». Ellas, día y noche, estarán con Jesús-Eucaristía, amándolo, adorándole, ofreciéndole al Padre y ofreciéndose con Él. Ellas…, siempre…., Día y noche].

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6       Amarte con tu mismo Amor

Corren los años…; en 1904 el P. Félix ya estaba en México, pero es enviado a Europa por sus superiores, y en 1906 Concha recibe la gracia central de su vida: la Encarnación Mística: Jesús Resucitado encarna místicamente en su corazón. Esta gracia es de tal calibre que es la fecundidad del Padre quien la transforma en Cristo Jesús;  Concha ya ama con el mismo Amor de Dios: con el Espíritu Santo; y posee a Jesús plenamente al ser poseída del todo por Él. Le dice Jesús:

«— Mira, con esa encarnación mística, llevas como un germen comunicado de la fecundidad divina del Padre; llevas el fruto mismo de esa fecundación sacratísima que soy Yo, el Verbo, y en virtud de esto, tus otros hijos espirituales llevan algo de lo Mío, es decir, de lo del Padre, santificado por el Espíritu Santo[5].

«—[Mira, esta encarnación mística], es posesión, posesión mutua, hija así se llama. Yo vivo en ti, y tú te pierdes en Mí, poseyéndome al poseerte…»[6]

«—[ahora amas con el Espíritu Santo]; este modo de amar con [el Espíritu Santo] mismo, es el modo de amar perfecto, hasta donde no se puede pedir más. Te voy a poner una comparación. Es como si amara otro con un rayo del Sol, y como si amaras tú con el Sol mismo, con todo su calor, potencia y fuego. Así es este amar con el mismo Espíritu Santo»[7]

 

7       Este es mi cuerpo, esta es mi sangre

La consecuencia práctica de la encarnación mística en Concha en la vida es la Cadena de Amor: una vivencia que se convierte en la forma de vivir la espiritualidad de la Cruz no ya solo en Concha, sino en todos sus hijos espirituales en el futuro.

«— No tan sólo en una Misa deben ofrecer su sangre en unión de la Mía, sino en las que se celebren en todo el mundo, a cada instante, de día y de noche, siempre, hija, siempre, con esa intención de sacrificarse constantemente en mi unión, en favor del mundo entero.

Unión de […] crucifixiones constantes quiero de ti y de tus hijos. Repite al Eterno Padre aquello que te pedí que dijeras, unida a [mí]: «Este es mi cuerpo, esta es mi Sangre.» Y el ser mi Sangre, en la forma que te he pedido, no es más que una continuación de [mi entrega].

Al ofrecer tu cuerpo en mi Cuerpo santísimo, y tu sangre en mi Sangre purísima, al Eterno Padre, ofrece en ti, la inmolación de todos tus hijos presentes y futuros, que esto le es grato, hija, y un efecto de la encarnación mística en tu corazón»[8].

 

8       Que ansíe yo siempre tu rostro

Por la encarnación mística y la práctica de la Cadena de Amor, Concha busca y ansía cada vez con más intensidad ser más de Jesús. Como San Agustín escribió, ella anhela darse toda, ansíe el rostro de Jesús con ardor…Escribe Concha:

«¡Oh si yo pudiera exprimirte [todo lo que soy], toda mi vida, todo mi corazón! Mira Jesús, quiero darte a Ti toda la savia, todo el jugo de mi alma y de mi cuerpo; yo quisiera [exprimirme] como las uvas en el lagar; quisiera secarme por Ti, habiéndote ofrecido gota a gota todo lo que soy»[9].

Ella busca el rostro de Jesús y permanecer en Él para siempre porque sabe que en Él, por Él y con Él se dirige como una flecha al centro de la Trinidad:

«Yo sé que permaneciendo en Él, permanezco en la Trinidad Santísima, en donde quiero perderme y fundir todo lo que soy»[10]

«Aquí estoy, ¡oh Jesús!, en tu regazo, y más en tu corazón divino en donde pongo todo lo que soy: potencias y sentidos, cuerpo y alma, para que dispongas de mí, como de cosa que absolutamente y sin restricciones te pertenece»[11].

«Lo amo, lo amo con todas mis fuerzas, pero mis fuerzas son tan cortas, tan débiles, que no llenan los deseos del corazón que son infinitos… ¡Oh, si yo pudiera amarlo con su mismo corazón…. Si yo pudiera vivir y respirar dentro de aquel volcán de fuego purísimo! Si yo pudiera darle la gloria que deseo, que Él sólo merece y que no tengo…[…] Veo mis manos vacías, veo lo que yo soy, lo que yo tengo, lo que yo valgo, que todo es nada, y he aquí el ansia que me devora [de ser toda suya]»[12]

 

9       Eco de tu amor

En 1917, al morir Mons. Ibarra, el hijo del Consuelo, Concha comienza a experimentar en sí misma los dolores de la soledad de María por la ausencia de Jesús. Esta nueva experiencia espiritual le dice Jesús que es por todos nosotros, sus hijos del futuro. Le dice Jesús:

«—[María] Vivió para dar testimonio de Mí, en mi Humanidad, como el Espíritu Santo la dio en mi Divinidad. Vivió para ser como el instrumento material del Espíritu Santo, en la naciente Iglesia, como Él era el divino y espiritual. Vivió para dar el primer alimento [287] a esa Iglesia única verdadera, y merecer en el cielo los títulos de Consoladora, Amparo, Refugio, etc. de sus hijos.

Esa etapa de la vida de María, es casi ignorada, siendo para su corazón el manantial de la amargura, la quinta esencia del martirio, el depuramiento de su amor […] Tú, Concha, como un reflejo de su vida y de sus dolores debes asimilártele en esta adhesión a mi voluntad que tritura tu corazón y lo traspasa. […] Tienes que [adquirir] en la tierra todas las gracias para los hijos de las Obras de la Cruz presentes y futuros»[13].

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10       Testamento

En 1924 El P. José Guadalupe Treviño imparte unos Ejercicios Espirituales a Concha. En ellos, reflexiona sobre su muerte y al final de los mismos el P. Treviño le hacer ver que a ella le espera una doble inmortalidad: en las Obras de la Cruz en la tierra y en Dios en el cielo. Entonces, aunque no morirá sino hasta después de 13 años, ella escribe lo que hemos llamado su testamento, en donde expresa su anhelo más ferviente con relación a todos nosotros: ella se ve entregándose en nosotros, amando en nosotros, alabando a Dios en nosotros; porque somos parte de ella, somos su sangre. No morirá del todo porque se quedará en nosotros y en nosotros sobrevivirá. Se alegra al considerar el momento en que ya todos en el cielo junto ella, hablaremos de Dios.

 

11    Laica, mística y apóstol

Muere el 3 de marzo de 1937 pero las Obras de la Cruz, la Familia de la Cruz, no se sienten huérfanas. La espiritualidad de la Cruz corre como un río de fuego primero en México, luego en otros países, algunos muy lejanos…La vida de Jesús, a través de esta mujer, esposa y madre, se desparrama en sacerdotes, laicos, en la Vida Religiosa. La iglesia toda comienza a sentirse vivificada por la Cruz. Hasta que, por fin el 4 de mayo de 2019 la Iglesia la proclama beata en la Basílica de Guadalupe de la Cdad. de México. Su título: laica, mística y apóstol; y nosotros, sus hijos, nos sentimos orgullos de tener una madre con ella.

 

 

[1] Concepción Cabrera de Armida, Cuenta de Conciencia 12, 200-201.205; 18 de agosto de 1899. A partir de ahora todos los textos de Concha serán de su Cuenta de Conciencia: C.C.

[2] Félix de Jesús Rougier. Cartas a los Misioneros del Espíritu Santo. México, 13 de abril de 1929

[3] Las palabras entre [corchetes] son mías para hacer más inteligible a la asamblea lo que Concha quiere decir.

[4] C.C.  9, 239-240.247; 3 de mayo de 1897

[5] C.C. 33, 290; 20 de noviembre de 1909

[6] C.C. 23, 217; 25 de julio de 1906

[7] C.C. 38, 95; 17 de abril de 1913

[8] C.C. 33, 307-311; 4 de diciembre de 1909

[9] C.C. 1, 384; febrero de 1894

[10] C.C. 32, 307; 31 de mayo de 1909

[11] C.C. 61, 302; 4 de agosto de 1934

[12] C.C. 12, 238; 26 de abril de 1900

[13] C.C. 41, 286-291; del 30 de junio al 1 de julio de 1917