Un anuncio de esperanza, es la gran definición del adviento. Cuando pesa el cansancio, cuando se impone la violencia y la injusticia, y el mundo se está destruyendo con cataclismo continuos, nos dice Isaías: “miren a lo alto y verán una luz que orientará nuestros pasos” y el Baruc del domingo segundo: “Dios te dará un nombre nuevo para siempre: Paz en la justicia y gloria en la piedad”.
San Pablo, que nos invita a no desaprovechar este tiempo que Dios nos da. Nos asegura que «nuestra salvación está más cerca», que «el día se echa encima«, es el día del Señor, el día de la salvación, el día de la dicha. Por eso no podemos vivir entretenidos en mil cosas, embotados por la diversión y el consumo.
Jesús ha venido a despertarnos. Entre todas sus palabras hay una palabra que resalta: «velen». Hay que tener siempre la lámpara encendida. En cualquier momento puede venir el ladrón, pero no un ladrón vulgar. Este ladrón no viene para robar, sino para ofrecer y regalar. Velen, porque llega el Esposo deseado, el Hijo del Hombre. Velen porque el Reino de Dios está cerca
El ciego, espera la luz de la vista; el enfermo, la salud; el hambriento, el pan; el sediento, el agua; el peregrino, llegar; el estudiante, terminar; la que ha engendrado, parir; el pecador, el perdón; el deportista, ganar; el gobernante, servir; la enamorada, amar. Sólo desde la necesidad se puede esperar.
Esperar lo que se tiene no es esperar, es gozar; anhelar lo que no se tiene es el fruto de la esperanza. Pero tratándose del Adviento es distinto.
Tener y esperar, esperar y tener; esperar porque se tiene parece una de esas dulces contradicciones de la vida del creyente. De hecho, lo es. ¿Quiénes emprenden el camino del adviento, como camino de esperanza? Solo los que ya lo tienen, lo gozan, lo viven, lo dan.
Se trata sí, de una especial venida, o de tres especiales venidas:
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- la venida de Jesús en la Navidad,
- la venida de Jesús en la plenitud del tiempo,
- la venida de Jesús de cada día, en cada prójimo, en cada momento.
“La Palabra se hizo carne, la palabra habita entre nosotros, la palabra es multitud de sinfonías, dice un libro de Cáritas:
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- Con Adán fue paternal,
- Con Abraham, amistosa,
- Con Moisés, liberadora,
- Con David, misericordiosa,
- Para Elías, brisa y susurro,
- Para Isaías, brasa y anuncios,
- Para Jeremías, flor de almendro y martillo,
- Agua viva para Ezequiel,
- Justa sabiduría para Daniel,
- En Oseas, canta amores y en el Cantar,
- En Amos, clama justicia,
- En Jonás, perdón a todos,
- En Joel, borrachera en el Espíritu,
- Job y lamentaciones son un porqué dolorido,
- Qohelet, un para qué agridulce,
- Tobías, es medicina amorosa,
- Los Salmos son toda sinfonía,
- … y después
La Palabra toda entera, concentrada, fue carne y sangre de María”.
“Cáritas, 2006 y 2007”
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- Y en Juan, grito urgente de conversión.
- Aquí y ahora. Recordar: Jesús en todo, Jesús en todos. Amén.