50 años de ordenación Abel Uribe
21 de mayo de 2022
El ser humano es siempre la convergencia de los opuestos. A él cabe casar el cielo con la tierra, la ternura con la firmeza, la poesía con el trabajo, la contemplación con la acción. Cuantos más opuestos uno consigue articular en su personalidad, tanto más fecundo y humano se revela.
Más aún, algunos maestros de la mística dicen que el Espíritu de Dios se dedica simplemente a ARMONIZAR los opuestos en nuestra persona, no a desaparecerlos o uniformarlos, a armonizarlos.
Conozco un hombre que realiza ampliamente este propósito inscrito en nuestra humanidad. Por eso irradia y nos inspira a ser más humanos: y ese hombre es Abel.
Una personalidad única, especial, con una enorme cantidad de facetas que nunca acabamos de descubrir, pero que lo han hecho muy fecundo en su vida y en su sacerdocio ministerial.
Lo podemos encontrar abrazando tiernamente, dando consuelo, gozando con la alegría del otro, llorando con su pena.
Lo podemos encontrar defendiendo firmemente y con astucia sus convicciones, con un celo por las cosas de Dios, en especial por la vida y la dignidad de los demás.
Lo podemos encontrar a veces hasta “nueras”, enojado sin sentido, pero algunos aprendimos a alejamos un momento de él para que asentara su enojo, y después nada pasaba. En Comalcalco cuando entraba a la secretaria parroquial y había algún error de un acta o papeleo, nos avisábamos: “no te acerques que hay fuego…”
Abel es un claro ejemplo de como el Espíritu de Dios trabaja en una persona, la armoniza, hace surgir en ella el VIGOR, la FIREMEZA y la TERNURA. Lo hace Ser en DIOS, para los Demás.
Podríamos seguir diciendo innumerables cosas de él, y se que muchas personas quisieran expresar su gratitud por lo importante que ha sido en sus vidas la presencia de Abel.
Hoy, en este ambiente fraterno, íntimo, quisiera compartir sencillamente mi testimonio, que insisto, es sólo un grano de arena en la basta playa de relaciones que Abel ha cultivado durante su vida y ministerio.
Abel se ordeno cuando yo tenía 2 meses en le seno de mi madre. Sin querer el año 1972 nos unió, él ordenándose y yo naciendo. Y la vida, Dios, nos permitió vivir 9 años juntos.
Nunca imaginé que iba a recibir un regalo tan especial de parte de Dios en Comalcalco, pues me iba a encontrar en una sola persona a un: Hermano, Amigo y Padre, ¡¡¡uff!!! qué fuerte y que gracia tan rara, pero la personalidad de Abel es así de fecunda.
Un HERMANO: porque a pesar de treinta y tantos años de diferencia, hay una consonancia muy especial en la manera de pensar, de ver la vida, la misión, de soñar vislumbrando el futur; me he sentido caminando acompañado con un hermano, pero un hermano que siempre va delante de mí; a veces me sentía con grandes ideas, innovadoras o al menos arriesgadas, y cuando llegaba con Abel, él iba siempre diez pasos adelante. Dos ejemplos de esto:
Cuando cumplió 80 años mi mamá, celebramos una misa, y le dije: Abel, le pedí a mis hermanos que trajeran para el momento de las ofrendas la máquina de coser con la que mi mamá nos sacó adelante, y me dije: ¡que gran idea tuve! y Abel me dijo: que la pongan en el altar y sobre la máquina consagramos, ¡para agradecer el sacerdocio de tu mamá!
Otra vez le dije: Abel, hay que fortalecer el ministerio de los laicos, con una formación de más calidad para los liturgistas, y hacer crecer su presencia en las celebraciones. Y Abel me dijo: Sí, sí, pero eso se queda corto de lo que tenemos que hacer como Iglesia, ¿qué es más importante para una comunidad, la Eucaristía o el sacerdote?, que fue primero el huevo o la gallina. LAS COMUNIDADES TIENEN DERECHO A LA EUCARISTÍA, y a ésta no la podemos supeditar a un perfil de sacerdocio definido hace apenas diez siglos.
Un AMIGO: con el cuál podemos compartir mutuamente sin tabús la vida, las alegrías, las penas, los éxitos, los fracasos, las certezas, las incertidumbres, los deseos más profundos, los miedos, los sinsentidos, las limitaciones, los desgarros del corazón, y sabemos en una atmosfera de confianza y complicidad de la BUENA.
Tan amigo que fue el único que no me felicitó por estar en el Gobierno General: Muchos me felicitaron, pero él expresamente me llamó para decirme: NO TE FELICITO, te quiero mucho y no quiero algo así para ti, yo ya lo viví.
Un amigo que como dice Anselm Grün tiene una función que va mucho más allá que comprenderme, mucho más allá que estar a mi lado, porque él, ha aprendido la melodía de mi corazón, y si ésta calla dentro de mí, puedo volver a oírla cuando me la canta él.
Un PADRE: Desde su faceta de Padre me he sentido MIRADO, con una mirada sabia, compasiva y confiada, que me ha permitido buscar, buscar, buscar y experimentar, se dio cuenta que soy un buscador de Dios, del amor, muy inquieto, y me dejó soñar, caminar, intentar, atinar, pero sobre todo equivocarme, y no pasó nada al equivocarme, ¡y paso todo!, porque esa pedagogía de Abel ha sido la más transformadora y honda para mi vida, y mucho de lo poco que soy se lo debo a Abel como Padre.
En esto resumo la presencia del Abel Hermano, Amigo y Padre en mi vida: la gracia de poder mostrar mi debilidad ante él sin la necesidad de tener que confirmar mi fuerza, y así, en el encuentro y la unidad de dos debilidades, forjar, en Dios, la fuerza, y esto es AMOR libra por libra.
¡¡¡Abel, que Dios te siga Bendiciendo siempre!!! ¡¡¡Gracias!!!
P. Gerardo Gordillo, msps