«Radio Conchita» – Diálogos. Santos Pedro y Pablo

Recordamos esta «entrevista» que nuestro querido P. Sergio García, msps hizo en su día a los santos Pedro y Pablo

«RADIO CONCHITA» PRESENTA SU PROGRAMA FAVORITO: DIÁLOGOS

Un programa del P. Sergio García, msps

S = Sergio; Pe= Pedro; Pa= Pablo

S. Por razones que no vienen al caso explicar llego a este día en que hacemos memoria, agradecida memoria, de nuestros queridos hermanos mayores Pedro y Pablo o Pablo y Pedro para que no haya sentimientos.

Pe. Desde que estuvimos con Jesús ya no tenemos esa clase de sentimientos.

Pa. Pues eso lo dirás tú Pedro, como te nombraron roca y cimiento de la Iglesia ya crees que todos sentimos lo mismo. Además, recuerda cuando por tres veces le dijiste que no lo conocías, aunque por tres veces también le dijiste que lo amabas.

Pe. Es verdad, mi querido Pablo, pero recuerda tú también que durante un buen tiempo de tu vida te dedicaste a perseguirlo en sus hermanos y…

S. Bueno, bueno no es el caso recordar ahora esos momentos. Vamos a entrar en materia ya que han aceptado venir a “Radio Conchita” a ser entrevistados un día antes de celebrarlos con toda la Iglesia. Nos parece que se lo merecen los dos, cada uno a su manera, pero para el Maestro todo tiene su tiempo. A ver, Pedro, háblanos del inicio de tu vocación.

Pe. Bien, fue algo inesperado e imposible de decirle que no. Andaba yo muy inquieto por el tiempo que había pasado desde los anuncios de los profetas. Notaba en el ambiente un como anhelo y presencia en el Mesías, se sentía el aroma de su presencia.

Pa. Date prisa, Pedro que ya quiero comentar lo que sucedió en el camino a Damasco.

Pe. Cuando Jesús se hizo presente en mi barca, me invitó a remar mar adentro después de una noche sin conseguir nada; él, el carpintero, me dijo: echa las redes para pescar. Lo he hecho antes, le dije, y nada de nada. Échalas de nuevo a la derecha. Le contesté algo muy importante: “bueno, porque tú lo dices, en tu nombre echaré las redes”. Lo que sucedió después ya lo saben. Me quedé balbuceando, sólo pude decirle: “Apártate de mí, Señor, pues soy un pecador. Y ahí vino lo bueno: “no te preocupes, sígueme y yo te haré pescador de hombres.

S. Interesante, Pedro, el punto de partida de tu vocación, algo que nunca se olvida. Ahora vamos contigo, Pablo, cuéntanos lo que sucedió en el camino a…

Pa. Sí, en el camino a Damasco. Aquí no había mar, pero si había en mi corazón un torbellino de pasiones en contra de esa secta nueva, de un tal Jesús, que iba en contra de nuestras tradiciones y leyes. Rabia, enojo, violencia se mezclaban en mi corazón.

Pe. Ya imagino lo que, con tu temperamento violento, te hizo actuar así al ver que echaban por tierra nuestras tradiciones y leyes venidas desde Moisés.

Pa. Pues sí, ya habíamos liquidado a uno de los más importantes y más decididos llamado Esteban. Lo apedrearon nuestras autoridades y yo estuve de acuerdo, tanto que depositaron en mi todos sus mantos para verse más ligeros al tirar las piedras.

S. Y ¿lo de Damasco?

Pa. Supe que había ahí un buen grupo de seguidores de Jesús, pedí autorización al Sumo Sacerdote y con toda la fuerza de mi orgullo y mis convicciones me encaminé para eliminar o encarcelar a esos…

Pe. Yo era uno de esos…

S. No interrumpas, Pedro por favor… sigue Pablo ¿qué sucedió? Nadie como tú nos lo puede contar.

Pa. Algo te diré porque tenemos poco tiempo en esta entrevista. A medio camino, antes de entrar en Damasco, me echó por tierra una luz terrible, ninguno escuchó sólo yo escuché: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo, en tono diferente le dije: ¿Quién eres tú? Yo soy Jesús a quien tú persigues, me contestó; pero no pasa nada, por ahora te quedarás sin ver, entra en Damasco y ya te enviaré a alguien que te explique todo esto…

S. ¿Consideras tú que es este el momento de tu vocación?

Pa. Lo comprendí a medida que pasaba el tiempo. Sucedió algo en mí que me transformó de todo a todo. Salí totalmente otro. Después de la oración del hermano Ananías y que se cayeron las escamas de mis ojos o sea que recobré la visa y me alimentaron y recobré las fuerzas y me bautizaron y recobré la vida y me perdonaron. Desde entonces, desde ese preciso momento, para mí el vivir es Cristo.

S. Creo que nos quedamos en esto, mis queridos Pedro y Pablo. Estoy abriendo un espacio en Radio Conchita para poder contar con ustedes y seguir platicando sobre la vocación, sobre el conocimiento profundo de la persona de Jesús, para…

Pa. ¿Cómo que ya?

S. Sí, nuestros patrocinadores de Casa Conchita nos dan un tiempo limitado, pero para poder hacer un programa semanal y contando con un espacio más amplio.

Pe. De todas maneras, yo quisiera decirte algo, a reserva de ampliar la explicación de estas palabras y para no quedarme con ellas que las tengo a flor de piel…

S. Está bien, Pedro ¿Qué nos quisiera dejar para nosotros poder profundizar en ellas?

Pe. Sólo tres momentos que al escucharlas sabrán en dónde y porqué fueron dichas:

– “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”
– “Señor ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna”
– “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”

S. ¿Y tú, Pablo, también quisieras decirnos algo ahora para meditar, orar, vivir, ¿servir?

Pa. Por supuesto, también tres palabras que repetiría constantemente:

– “Para mí vivir es Cristo… ya no vivo yo es Cristo el que vive en mí”
– “Estoy seguro que nada ni nadie podrá apartarnos del amor que está en Cristo Jesús”
– “Para ser libres Cristo nos liberó”.

S. Muchas gracias, a nombre de Radio Conchita, a nuestros hermanos mayores que celebramos en su fiesta de mañana. Y los celebramos juntos porque son roca y cimiento de nuestra fe y de nuestro seguimiento de Jesús. Y a toda nuestra querida audiencia, buenas noches y que Dios los bendiga.

SPePa Beata Concepción Cabrera, ruega por nosotros. Amén.

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