Un verdadero y auténtico director de espíritu no es quien enseña caminos aprendidos solo por sus estudios y sus experiencias, sino el que, además de esa debida preparación académica y experiencia espiritual, intuye la acción del Espíritu Santo que quiere llevar a un alma por tal o cual camino que a él le place. Al director espiritual le corresponde acompañar a la persona y conducirla por donde Dios quiere llevarla. El director espiritual puede ser un varón o una mujer, pues no se trata de sacramentos para los que la Iglesia ha señalado ya a sus ministros respectivos.